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Falsos mitos sobre baterías, desmontados

Jueves, 28/11/2024

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Los sistemas de almacenamiento energético han incrementado su despliegue en los últimos años. Ante este incremento de los proyectos en desarrollo, han surgido falsos mitos acerca de estas instalaciones. Dado que las baterías son una tecnología aún muy poco conocida, estos afectan a cómo se está regulando su despliegue en algunas regiones, lo cual resulta especialmente preocupante. Our New Energy ha publicado un informe que contrasta algunos de estos mitos con las evidencias técnicas y científicas disponibles, con el objetivo de obtener un diagnóstico más ajustado a la realidad y demostrar que no son ciertos.

Las baterías no tienen un impacto negativo sobre la salud

Se suele afirmar que la proximidad a las baterías conlleva contaminación electromagnética, que aumenta el riesgo de enfermedades. Se resalta incluso que este impacto se extiende también al ganado, afectando en mayor medida al estar los animales en contacto directo con el suelo. Sin embargo, no hay evidencias científicas concluyentes de que esto sea cierto, ni se ha podido comprobar que las baterías afecten negativamente a la salud.

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De hecho, según la Organización Mundial de la Salud, la exposición a campos electromagnéticos, incluso a largo plazo, no provoca efectos adversos para la salud. En los estudios realizados hasta la fecha no se han detectado aumentos del riesgo de ningún tipo de cáncer en niños o adultos. Además, las baterías operan en corriente continua, por lo que generan muy poca contaminación electromagnética, y además cuentan con contenedores que las encapsulan, actuando como barreras a cualquier emisión.

El impacto ambiental de las baterías es muy reducido

En ocasiones se afirma que las instalaciones de almacenamiento pueden suponer un impacto negativo para el medio ambiente, y en específico para la biodiversidad, al suponer una barrera artificial en el medio natural que impide el paso de fauna, o que puede actuar como trampa.

No obstante, las instalaciones antes de ser autorizadas deben pasar procesos muy rigurosos de evaluación ambiental, que exigen la aplicación de medidas correctivas y compensatorias para mitigar los posibles impactos medioambientales negativos y asegurar el respeto al entorno.

Gracias a estos procesos, los proyectos que se llevan a cabo tienen un impacto mínimo a nivel ambiental. Además, los proyectos se instalan en zonas próximas a las subestaciones eléctricas o núcleos urbanos, lo que supone un menor impacto ambiental, al estar alejados del hábitat natural de la fauna local.

Las baterías se pueden integrar fácilmente en el paisaje

Se denuncia que las instalaciones, de carácter industrial, ocasionan un gran deterioro en el entorno rural y producen un elevado impacto paisajístico, derivado de la pérdida de naturalidad. Se argumenta además que esto genera una disminución de la calidad visual del entorno, que devalúa las viviendas.

Este impacto se puede atenuar e incluso eliminar por completo a través de la instalación de pantallas vegetales, que contribuyen a integrar las instalaciones paisajísticamente y respetar la cohesión del medio rural. Muchos de los proyectos ya cuentan con estas pantallas vegetales de forma natural, y en otros casos se pueden implementar fácilmente, dado el reducido tamaño de las instalaciones.

Los incendios son muy poco frecuentes y fácilmente evitables

Otro argumento contrario a las baterías que se suele emplear es que pueden dar lugar a fugas térmicas, que pueden provocar un incendio o incluso una explosión. Los incendios en baterías de este tipo no son comunes, y cuando ocurren, se deben a errores cometidos durante la instalación, con lo que son fácilmente evitables a través de controles de calidad rigurosos.

Estos controles de calidad están muy presentes en España, donde los equipos cuentan con garantías como la etiqueta europea CE, que acredita que tras llevar a cabo un procedimiento de evaluación, el equipo ha cumplido con los requisitos esenciales de seguridad y salud que vienen recogidos en el reglamento correspondiente.

Además, las instalaciones deben acreditar en los procesos de autorización para su comercialización que cuentan con medidas propias antiincendios para mitigar el riesgo, como sistemas de gestión para supervisar, controlar y optimizar el rendimiento y permitir la desconexión en cualquier momento, o sistemas de extinción automáticos. Existen incluso tecnologías en las cuales, además de contar con sus propios sistemas de extinción, la batería se encuentra sumergida en líquido, mejorando su refrigeración y reduciendo aún más la probabilidad de incendio.

Las baterías sí generan beneficios para la ciudadanía

Se critica que las baterías son puramente especulativas y solo generan beneficios económicos a sus propietarios, pero no aportan ningún servicio a la ciudadanía o al sistema.

Ante esto, es importante tener en cuenta el papel esencial de los sistemas de almacenamiento energético en la transición energética. Permiten integrar la energía renovable de forma segura y sirven de tecnología de respaldo, desplazando a las centrales de gas, que son las que ahora mismo dan este servicio, y por tanto reduciendo las emisiones del sistema.

También repercuten positivamente en el coste de la energía para los ciudadanos, que pueden beneficiarse de la energía almacenada a precios baratos en momentos en los que se dan picos de precios.

Además, las baterías tienen la capacidad de almacenar la energía y cederla ante fallos o desconexiones del sistema eléctrico, lo cual es especialmente útil en casos de catástrofes naturales como incendios, riadas o grandes nevadas. De hecho, el estado de California (EEUU) ya promueve la instalación de baterías como solución para garantizar el acceso a energía en caso de incendios, que son muy frecuentes en la región.

Tras los recientes eventos de la DANA en Valencia, donde muchas zonas afectadas perdieron la conexión al sistema eléctrico durante días, la relevancia de estas instalaciones es evidente. Si bien existen otras alternativas como la tecnología nuclear, los ciclos combinados de gas, o el bombeo hidráulico, que se han empleado en Valencia, las baterías son la alternativa con un menor impacto ambiental, por lo que se debe priorizar su instalación.

 

Es esencial que la regulación de estos sistemas se base en la ciencia

En definitiva, los sistemas de almacenamiento energético en baterías juegan un rol clave para la transición energética. Permiten almacenar energía renovable, aportando flexibilidad al sistema y consolidando la sustitución de combustibles fósiles, reduciendo las emisiones del sistema energético. También proporcionan una fuente de respaldo durante cortes eléctricos o en situaciones de emergencia, y ayudan a abordar cuestiones como la volatilidad de los precios de la energía.

Además, se trata de una tecnología que ya se ha desplegado en otros países de nuestro entorno, y se ha podido comprobar que no representan riesgos para la salud y la seguridad, ni tampoco impactos negativos a nivel de biodiversidad e integración paisajística.

A la hora de desarrollar un modelo de despliegue para estas instalaciones, es esencial que la regulación para su despliegue se desarrolle teniendo en cuenta las evidencias científicas disponibles, sin atender a falsos mitos acerca de las instalaciones. De lo contrario, se corre el riesgo de comprometer el desarrollo de esta tecnología y desaprovechar todo el potencial que representa.

Fuente de la imagen: Oftre

info@infoenergetica.com

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